Lo que todos debemos saber sobre cómo curar y cuidar de una herida emocional.
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Bebes, niños, niñas adolescentes y adultos, saben desde muy temprana edad lo que una curita significa, y sobretodo el uso que se le da frente a las heridas físicas que tenemos a lo largo de nuestra vida. De hecho muchos de los niños con los que he trabajado han comentado en más de una ocasión que cuando un niño se raspa hay que ayudarlo poniéndole un curita o llevándolo con su mamá, a que lo curen.
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Sin embargo, no todos sabemos que hacer frente a una herida emocional, aquella que se experimenta en las intervenciones interpersonales de la vida cotidiana:
El enojo, el miedo, la vergüenza, la culpa, etc...
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Adultos en general hoy día estamos llamados no solo a saber qué hacer frente a una herida física sino también a saber qué hacer frente a una herida emocional y dar la intervención necesaria dependiendo de cómo ésta se manifieste.
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Frente a cualquier herida emocional lo primero qué hay que hacer es:
1. Favorecer un espacio seguro, ya sea físico o psíquico: ¿que significa esto? Si tu hija o hijo está experimentando alguna de las emociones anteriormente citadas lo primero que debemos preguntarnos es esta en un lugar seguro para experimentarlas, no es lo mismo que este enojado a la mitad de la calle a que esté enojado contigo en su casa o en su cuarto mientras tú estás ahí con el, entonces valdría la pena reconocer si el lugar en el que se encuentra es seguro para expresar lo que siente.
1.1 El lugar seguro psíquico, no siempre estamos en momentos de tranquilidad o de zona óptima para sostener la herida emocional de nuestros hijos, vale la pena de manera inmediata reconocer si acompañar la herida te será sencillo o estarás abrumado por la cantidad de cosas que traes en la mente. Es muy importante que reconozcas cómo estás, porque como en los primeros auxilios físicos si no estamos disponibles emocionalmente podemos vulnerar más la salud del otro.
1.3 Demostrar con nuestra actitud que el otro puede sentirse seguro a nuestro lado, que puede exteriorizar lo que siente y que nos mantendremos ahí acompañando la emoción, (ve al artículo sobre cómo acompañar las emociones).
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2. Reconocer que eso que siente es real y pudo producirse por no solo lo que vió qué pasó sino por lo que pensó y sintió, ayudarle a recapitular todo el evento, con preguntas donde: imagina que yo estoy viendo la escena, ¿donde estabas?, ¿que pasó? ¿Cómo pasó? ¿Con quien estabas?
2.1 Traduce sus síntomas y ayúdale a organizarlos: ¿estabas tenso? ¿Palpitaba tu corazón? ¿Cuéntame acerca de lo que pasaba contigo en ese momento?
3. Conecta con su sentir, ponte en su lugar desde un espacio compasivo y ayúdale a definir y ponerle nombre a lo que le pasó, muchas de las heridas emocionales como: miedo, enojo, tristeza en niños y niñas de 7-9 años y de 9-12 años ya van más mezcladas y complejas, a veces son producidas por sus entornos inmediatos: en la familia, en la escuela, con los amigos, ayúdale a saber cuáles son sus derechos y cómo su cuerpo se pone en marcha para poder decir que algo no anda bien.
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¿Pero qué pasa cuando quien ha hecho la herida emocional ha sido el adulto que se encarga de cuidarlo?
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Cuando hemos sido nosotros los padres, madres o tutores los que hemos intervenido para que la herida emocional se de entonces lo que nos toca hacer es una REPARACIÓN del daño, que no es lo mismo que pedir disculpas:
¿Qué debo hacer si como parte de la disciplina de mi hijo, hija, nieto, nieta, sobrino, etc le he pegado no solo físicamente sino emocionalmente?
¿Cómo remediarlo?
¿Qué hago con lo acontecido?
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1. Evitar caer en lo que dice Gaudencio RODRIGUEZ “culpa disfuncional” de la que habla Norberto Levy:
Pretender corregir el daño provocado en el pasado con “sobreprotección”
“Compensar con regalos”
“Ser excesivamente condescendiente”
Y, a esto aumentaría yo la disculpa-culposa, lo hice porque tú luego no me escuchas, lo hice porque te quiero pero no fue la mejor forma, otorgándole al otro que la función de la conducta de uno es por lo realizado por el otro, cosa que no es cierta.
Una vez teniendo claro este paso lo que haremos será:
1. Reconocer el daño: “se que mi manera de ... ocasionó una herida en ti”
2. Validar el dolor, coraje, desilusión o resentimiento que pueda existir hacia ti por parte de tu hijo, nieto, sobrino. Es decir, que si te dice estoy enojado contigo le dices tu enojo tiene razón de ser (jamás le niegas, ni lloras, ni manipulas)
3. Asumes la responsabilidad del acto: “fui yo quien perdió los estribos”
4. Aprovecha la situación que nadie absolutamente nadie tiene derecho a meterse con su cuerpo, ni lastimarlo de ningún motivo y bajo ninguna circunstancia.
5. Hacerte el firme propósito de no volverlo a hacer, no se golpea a nadie físicamente ni tampoco emocionalmente a través de la humillación, ni de otra índole.
6. Recordar que es preferible reparar el daño que pedir perdón. Porque al pedir perdón ponemos al otro y más a un menor de edad entre la espada y la pared de perder tu cariño si no te perdona devaluando lo que siente por estar bien con quien le ha causado daño, y esto para su vida futura jamás será aconsejable entorno a su salud emocional.
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Reparar el daño requiere de un trabajo consciente y consistente de hacer valer la palabra Y voluntad de jamás volver a hacerlo.
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Atte:
Carla G. Marin Vaillard
Terqpeuta de centro Grow In
www.centrogrowin.mx
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Por Gaudencio Rodríguez Juárez
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